Sucedió en Roma

Cuando Óscar envió la foto, me sorprendió sobremanera.  Desconocía la existencia de testimonios de aquel hecho extraordinario. Sucedió en Roma el dos de agosto del sesenta.

Antes lo habíamos intentado con escaso éxito: ligeros impulsos, leves sacudidas… Aquel día ocurrió.

La barcaza amarrada ondulaba en el Tíber. Nicola desde proa animaba  como un timonel contenido:

—Neri, Cupertino y Ligorio nos contemplan.
¡Elevaos!
¡Subid!
¡Alzaos!

Súbitamente comenzamos a levitar, y ascendimos desde el río hasta el puente de Sant’Angelo mientras el cielo se teñía de verde y violeta.

Por un instante de nuestras mortales vidas logramos el prodigio.

Y fuimos ángeles.

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