Lo que duele

—Fijaos. Cuando os pongáis frente a mí, yo apuntaré con la cámara y entonces, os meteréis por este agujerito y os quedaréis atrapados aquí dentro.

—¿Para siempre? Qué rollo.

—Rollo, sí. Pero no será para siempre. Solo un rato. Luego llevaré la cámara a un cuarto oscuro.

—Me da miedo…

—Tranquilo, yo estaré ahí, con vosotros. Y entonces os meteré en una especie de piscina.

—Qué bien, me encanta la piscina.

—¡Genial! Y luego, poco a poco, iréis apareciendo en un papel. Después, otro bañito y listo: seréis niños para siempre.

—¿Y duele?

—Ay, niña. Lo que duele es crecer.

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