Abrió la cámara fotográfica por arriba y nos dijo que teníamos que meternos por esa ventana y quedarnos allí dentro hasta que viésemos una luz repentina. Nos habíamos colado por sitios más difíciles, así que no lo dudamos.
Efectivamente, en el interior, una pequeña escotilla de cristal se abrió y cerró durante un brevísimo instante para iluminarnos. Y ya no pudimos movernos más. Recuerdo que luego nos pasaron por diferentes líquidos, nos enjuagaron, nos secaron, y ahora estamos en el albúm de Megan Skyler, la reportera de guerra y prestidigitadora más malvada del ejército de los Estados Unidos de América.
