Héroe

Otra vez tarde. Lo esperaban a las dos. Pero es que no había sido nada fácil. Si fueran fáciles, las proezas no serían proezas. Y lo suyo era una verdadera proeza. Así que el pequeño Ulises Pérez volvía a casa confiado. Además, cargaba con la prueba: tras matarlo, había cogido el reloj del cíclope que aterrorizaba a la ciudad.

–¿Qué horas son estas? Se ha enfriado la comida.
–Pero, mamá.
–Y cómo me vienes. Todo sucio y con los zapatos embarrados.
–Es que… ¡Mira!
–¡Ah, no! Más trastos en casa no quiero. Tira eso y pasa. Ya verás tu padre…

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