Rita

Mi madre me contó que la abuela le contaba que antes los humanos se metían en el mar. Nos metíamos. Hubiéramos podido meternos. No apenas rozarlo estirando las puntas de los dedos de los pies con enorme concentración sino flotar dentro como en el aire.

Un día Rita casi lo toca, desde arriba parecía que lo estaba tocando. Todavía puedo verla: los brazos separados, todo su cuerpo pugnando por volver a subir, el cabello electrizado por el esfuerzo, Cthulhu al fondo, roncando levemente. A mamá se le puso el pelo blanco en ese momento y de Rita conservamos media tibia.

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