Frío

Estoy seguro de que tenía que doler. Había metido los pseudópodos en zapatos y se agarraba a las cortinas de cuentas. De espaldas parecía una niña, casi una adolescente.

Joder, cuánto la quería. Le dije que no se moviera, que estaba preciosa. Le saqué esta foto. “Casi no se notan” empecé a decir y ella lloró y pidió que no lo dijera en voz alta. Nunca pude contarle que al abrir la puerta aquel mediodía verla fue como ver a la más sugerente femme fatale.

Los humanos pasamos los catarros con líquidos y aspirina, su especie se marchita y muere.

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Etiquetas: amor, extraterrestres, relato, tentáculos, terror
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