Se dice que en los viejos almacenes Vözniak puede verse perfectamente el rostro de un ser abominable. Podría ser humano, pero eso resultaría demasiado angustioso para todos. Dicen que esa aparición no destruye inmediatamente a quien se atreve a mirarla sino que se ocupa de despedazar sus sueños, y los sueños de sus amigos y los de sus hermanos. El monstruo no enseña los dientes porque el solo rictus de sus labios cerrados hiela las cortinas y el amor más puro.
Las desgraciadas almas que viven allí dentro aseguran que es la baronesa Strucker asomándose por la puta ventana rota.
