–Esta vez no te traigo el bocadillo. Solo paso a decirte que no voy a volver. Durante este tiempo he procurado que no te falte la comida ni el calor. También he intentado distraerte, mostrarte afecto y enseñarte cuanto sé. Pero hoy digo basta. Sal.
–Prometiste que cantarían una más y después nos iríamos.
–Sabes que no hubo bises esa noche, y el grupo se marchó sin su última canción.
–¡Que no salgo!
–¡Friedrich, es suficiente! Llevas treinta años ahí dentro, y hace veinte que cerraron el local.
–Pues salgo, pero me compras el zootropo.
–Ya veremos, hijo, ya veremos.