La librería

Polvo en suspensión flota en los rayos de sol que se cuelan por las ventanas, algunas están rotas y me sorprende no ver ningún nido de pájaro, tampoco hay ratas, la naturaleza sabe que este es un lugar mágico. Un sitio sagrado. Las vacías estanterías parecen tristes sin ojos que las miren con curiosidad. En el suelo yace el único vestigio de lo que aquí se vendía, tirado, olvidado, como si no fuera un tesoro. Tengo ganas de susurrarle: tranquilo, yo la voy a salvar.

El estómago me ruge recordándome que llevo dos días sin comer. Quizás en otra vida.

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