Un oficio deslumbrante

Quería ser algo grande. No enfermera de campaña, que es un fastidio de lágrimas, barro y tifus; ni señora de, que es lo mismo pero con menos tardes libres. Algo que deslumbrase al idiota de su padre y contribuyese al avance del país. Después de abandonar la academia, lo decidió en el muelle con el primer viento húmedo. Adoptó un posición estilizada, vertical y electrodinámica. Ignoró a Hugo que la ignoraba a la caza de un tobillo. Ignoró a sus hermanas. Escuchó el trueno. Y se erizó pensando en las grandiosas portadas que merecería la primera mujer pararrayos de Francia.

Etiquetas: magia y sobrenatural, relato
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