Una historia subjetiva del tiempo

La guerra entre aquellos dos imperios era tan antigua como el tiempo, y se había iniciado a causa de este. Los Hirmenistanos decían que sus clepsidras eran más precisas: se nutrían del agua del río Jhron y no del fétido lago Grkk de los Ontoménidas. Los Ontoménidas defendían sus relojes de arena por rellenarse del Sublime Desierto, no de las infectas playas hirmenistanas. Qué decir de los relojes de sol: cómo comparar la distinta extensión de las sombras en esos dos imperios montañosos.

Nunca libraron la primera batalla, porque jamás coincidieron en el campo de batalla a la misma hora.

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