Pasó algo con el Sol y los dos casquetes polares. Todo a la vez. Lo que no ardió se anegó. El Gran Desbarajuste, le llamaron los filólogos. Cambalache climático, según los filósofos.
Las palabras con sufijo derivativo sustantivante lo protagonizaron todo. Inundación fue la que más se usó, satisfacción la que menos. No quedó tierra, ni personas ni cosas para flotar. Quienes nadaban con estilo perecieron igualmente al no hallar lugar donde aferrarse para poder descansar y comer algo.
Dos hombres sobrevivieron, pues vestían trajes de mil doscientos dólares y poseían información privilegiada. El señor Goldman y el señor Sachs.
