La búsqueda

Jan Michel Potowski tenía ochenta y nueve años y nada que perder cuando empezó. Sin embargo, con cada salto en el tiempo sí fue perdiendo algo: años y estatura. En su vigesimotercer viaje al pasado tuvo que echarse a la espalda el reloj de pulsera; ahora llevaba el tiempo a cuestas y volvía a tener dientes de leche, pero cada vez estaba más cerca de la respuesta a «¿Qué fue primero?». Esta vez se apareció en una plaza vacía, aunque no del todo: al fondo se vislumbraba lo que podía ser —¡por fin!— una gallina. Pero no, era un perro.

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