La pequeña Inés

Cómo decir adiós, pequeña Inés. Mejor un hasta luego; un qué sorpresa aguarda detrás de aquella curva. Tal vez haya un castillo, y seas tú, reina rosa, quien tome posesión de la morada; tú quien la fortifique con ceras de colores. Puede que el que te espera sea un árbol con diez brazos o la sirena azul que se perdió; es posible que encuentres al gato blanco que andaba del revés y a Moina, la ardilla voladora. O todavía mejor, aunque tú aún no lo sepas: las manos de papá para arroparte luego. Templar la despedida y entregarnos al sueño.

 

 

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