Croquetas en tiempos de guerra

Cuando se dio la vuelta, los miró, satisfecha pero triste, porque sabía que era la última vez que los iba a ver. Después de muchas dificultades, con su ayuda, habían conseguido reunirse para pasar al otro lado.

—¿Pero en bicicleta?
—Sí, tía. ¿Seguro que no quieres venir?
—Mi lugar está aquí. Además, ya estoy mayor para pasarme la vida huyendo.

En el noticiario resaltaron el hecho de que se hubiera encontrado un paquete de croquetas entre las escasas pertenencias de aquellos dos jóvenes.

La tía se enjugó una lágrima, deseando que, al menos, les hubiera dado tiempo a probar alguna.

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