Criaturas de compañía

Llamarle Cthulhu resultaba demasiado fácil, así que la simpática mascota tentacular de Jane Froman permanecía sin nombre desde el día que la encontró en el campo entre hierros retorcidos y lo que parecían restos de… algo. Algo entre humano y cefalópodo. Le encantaban el chocolate y el cine y como el mundo no estaba preparado (todavía) para criaturas anfibias con alas, tentáculos y un número variable de cabezas, Jane la llevaba siempre en su cestito de labor. Y pensándolo bien, regalarles un jersey o una bufanda era un buen comienzo para cazar a los muchachos que se iban a comer.

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