Dioses antiguos

–Recuerda: descendemos de dioses de una civilización desaparecida. Y, como ya nadie nos adora ni nos reza, tenemos que mezclarnos con los humanos, imitarlos.

–Ya lo sé, abuelo, pero es que…

–¿Quieres que nos descubran?

–No, abu.

–Entonces compórtate como ellos.

Sin embargo, a la pequeña nereida Castalia le costaba mucho. Ya había aprendido a no pasar demasiado tiempo debajo del agua y no hablaba con los peces en presencia de sus compañeros de clase. Pero eso de esperar dos horas después de comer. Eso no era justo. ­

–¡Ahora! ¡Venga!

Y los dioses antiguos por fin se dieron un chapuzón.

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