Patio

—NO ES SERIO ESTE CEMENTERIO —murmuró La Muerte mirando por la ventana del mausoleo.
Todo había empezado un mes atrás, cuando la alcaldesa decidió usar el antiguo monasterio como colegio y ahora su apacible cementerio era su patio de juegos. El primer día salió a asustarles.
—SALID DE MI PROPIEDAD O LO LAMENTARÉIS—les advirtió, pero ni se inmutaron.
—Las capas ya no se llevan, pringado.
—No das miedo ni a los bebés.
—Vuelve a tu casa, boomer.
Desde entonces se limitaba a mirarles desde la ventana y recordar que quien ríe el último ríe mejor.

Compartir: