De tenacidad infantil

En aquella ciudad los niños estaban hartos de parques de colorines, murales con personajes de películas azucaradas, vallas y suelos acolchados… y, sobre todo, sin tierra. Querían un lugar de juegos a su gusto, por eso presionaron (con tenacidad infantil) para que el Consistorio accediera a construir un parque según sus indicaciones. 
Meses después, en el corazón de aquella ciudad se inauguró un parque que atendía a todas y cada una de sus peticiones. 
–No hay nada como una infancia feliz, –aseguraba el alcalde mientras cortaba la negra cinta.
Los niños de otros lugares morían por jugar allí.
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