Parientes

Quería la niña rica
fotografiar unas vacas
que pastaban en los campos
aquella bella mañana.
La vio su tío Romualdo
y gritó “¡Tiene una cámara,
venid todos presurosos,
que nos saque una instantánea!”
La niña pensó: “Este es tonto”,
y farfulló: “¡Usted no manda!
Quiero inmortales las reses
que en la pradería pastan”.
Aunque fue tarde: parientes,
como atraídos por magia
miraban al objetivo,
sonreían con elegancia.
“Atended al pajarito”,
refunfuñó con desgana.
Hizo “clic” y, desde entonces,
esa tierna imagen guarda
donde aparece su madre
y sus difuntas hermanas.
Cuando la mira, hoy anciana,
se le derrama una lágrima.

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