El encuadre

No tengo muchos recuerdos de cuando era (más) pequeña, pero sí que sé que cuando soplé las velas de la tarta de mi quinto cumpleaños me hice a mí misma tres promesas: en cuanto alcanzase la mayoría de edad, me cambiaría el nombre; acto seguido, me cortaría el pelo a lo garçon; y por último, me iría de casa sin mirar para atrás.

No he hecho ninguna de las tres, pero sí he conseguido inventar una cámara en cuyo encuadre salgo yo recordándomelo: no nos traicionamos del todo si no olvidamos que somos lo que queda del niño que fuimos.

Compartir: