Ojos

Cuando le pregunté al abuelo que por qué nuestros ojos eran menos rasgados que los de mis amigos me contó una historia de lo más extraño sobre tener quince años, estar llevando un encargo de la floristería en la que trabajaba para el entierro de una joven recién casada que se había ahogado en plena luna de miel, tropezar en una piedra y caer en un lugar misterioso donde todo el mundo hablaba muy raro.

“Pero si nosotros no hablamos raro, abuelito, ¿qué tiene que ver esa gente con nuestros ojos?”.

Sonrió, me revolvió los rizos y se quedó dormido.

[ajax_load_more post_type=”post” posts_per_page=”20″ category__not_in=”1″ pause=”true” button_label=”Más historias” button_loading_label=”Cargando…”]

Etiquetas: amor, familia, relato
Compartir: