A oscuras crecerán poco, pero crecerán. No sentirán nunca la caricia del sol, ni tampoco su quemadura. Brotarán blancas, diminutas, tenues. La humedad que rezuman estas paredes será la única que beban. No conocerán el sabor del agua fresca, pero tampoco podrán ahogarse. Su belleza será frágil y nadie podrá admirarla, pero jamás experimentarán un tajo, una punción, dolor alguno. Solo conocerán mi rostro, que las concibió en un día de lluvia, que las ama tanto que anhela protegerlas de todo. Hasta de vivir. Ellas no lo saben, en su encierro no pueden saberlo, pero la verdadera cárcel está afuera.
