La mujer instantánea

Hice mi primera performance a los siete años de edad, durante una visita al Museo Metropolitano de Nueva York. Entonces nadie sabía lo que era esa expresión artística. Yo sí. Consiste en escabullirte de tus padres, detenerte junto a una deidad egipcia y esperar a que Elliot Erwitt te vea. No es una cuestión de suerte sino de disciplina, y de saber cuando la luz es lo suficientemente oblícua para llamar la atención de un fotógrafo extraordinario. Yo poseo ambas aptitudes. Diecisiete años más tarde, en Paris, estuve besándome con un desconocido hasta que apareció Robert Doisneau con su Leica.

[ajax_load_more post_type=”post” posts_per_page=”20″ category__not_in=”1″ pause=”true” button_label=”Más historias” button_loading_label=”Cargando…”]

Compartir: