Il mio ricordo di Napoli

En 1959, en Nápoles, yo mismo tenía que subirme el internet a mi casa con una cuerda y un pozal. La mitad se derramaba en el trayecto o me lo robaban al pasar por los pisos de los otros vecinos de abajo. Cuando llegaba a mi balcón apenas había dos o tres mil miserables kilobits en el cubo. Es verdad que era un internet muy fresco y muy limpio, pero después de pelarlo y hervirlo se te quedaba en ochocientos kilobits, y eso siendo muy cuidadoso. ¿Y qué podías hacer con ochocientos kilobits en Nápoles, en pleno 1959? El imbécil.

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