Séver la

Entraba por donde ponía «salida»; removía el café en el sentido contrario que el resto del mundo; utilizaba el cuchillo de la carne para cortar el pescado; solía llevar un calcetín de cada color y las costuras y etiquetas de la ropa por fuera; se ponía las bragas del jueves el domingo y dormía con los pies encima de la almohada.

La gente solía referirse a ella como una persona transgresora y revolucionaria, cuando lo que en realidad ocurría es que tenía tanto mundo interior que atender que le resultaba imposible hacer caso de lo que pasaba en el exterior.

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