El rescate

Camina con paso firme sin cometer el error de olvidar que es ella quien está siendo conducida por el ánade. Esa apariencia tiene esta mañana pero anoche era un ser gelatinoso y tentacular que emergió del sumidero acallando sus gritos de una manera cuyo recuerdo aún le produce escalofríos. Dos hombres les siguen levemente rezagados, la criatura explica distraídamente que perder a uno de ellos no sería grave, no son especímenes demasiado valiosos.

Cuando lleguemos lo sabrás, dice. No temas y no intentes escapar. Aunque no me creas, te estamos salvando.

Alto en el cielo, el sol comienza a sangrar.

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Etiquetas: extraterrestres, relato, tentáculos, terror
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