Miguitas para Raimundo

Lo conoció en un encuentro de esa asociación. La llamaban asociación para que nadie les echara en cara que eran lo que, en realidad, eran: una secta que predicaba la reencarnación. Él, Raimundo, era el líder. Un hombre menudo, pero guapo, vivaz y carismático, con una voz persuasora, que la sedujo y enamoró al instante. Después, una vida juntos predicado por el mundo. Pero Raimundo murió repentinamente, sin llegar a decirle en qué se reencarnaría. Ahora tocaba buscarlo. Estaba convencida de que sería un pájaro. Un pájaro menudo y vivaz. ¿Raimundo, eres tú? No. Este tampoco. A ver, el siguiente.

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