Mademoiselle Lebois III

A Mademoiselle Lebois, maestra, cuyos últimos días fueron luminosos y serenos.

Vengan a mí las sombras de poniente,
los pájaros, la luz de madrugada,
la armónica rutina de las fuentes,
la lluvia en blanco y negro, mi mortaja.
Vengan a disfrazar las soledades,
a invocar sin temor a los ausentes
vengan a mí los árboles, la tierra,
el río, la madreselva, estas migajas
de amor rememorado y compartido;
vengan a mí, a alimentar la espera,
mientras la voz arcaica del poeta
unos versos otrora repetidos
replica entre mis sienes musitando:
“Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando”.

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