¿Ya se han ido?

¿Se habrán ido ya esos jueces miserables? Hay una luz preciosa, no sopla el viento y tampoco hace frío ni calor. Pero todavía veo gente avergonzada en la calle. Muchos hombres y mujeres sometiéndose en las terrazas de los bares al dramático ritual del aperitivo subvencionado por la oficina de Empleo. Esta última frase tan larga es de mi padre pero me encanta.

Héroes no se ve a ninguno. Tampoco hay titiriteros, ni herejes, ni fanfarrias, ni templos ardiendo.

¿Cuando se irán los jueces vivientes? Mi madre les llama así porque están muertos. Qué ganas tengo de salir ahí afuera.

[ajax_load_more post_type=”post” posts_per_page=”20″ category__not_in=”1″ pause=”true” button_label=”Más historias” button_loading_label=”Cargando…”]

Etiquetas: humor, relato
Compartir: