Apocalipsis

Cuando no llevaba tanto tiempo dentro, una tarde se asomó al mundo por la cortina
de canutillo, cuyas tiras le recordaban siempre a brazos de pulpo, porque si no las
agarrabas bien para abrirlas se te liaban por todo y se pegaban al pelo y era un poco
como cuando entras con el coche en el lavauto, que se lo traga entero entre escobillas
gigantes y flecos de plástico. Se asomó por si se estaba mejor fuera. Dentro había un
suelo de ajedrez sin piezas; fuera, un vacío. Fue entonces cuando supo que todos los
del pueblo se habían ido.

[ajax_load_more post_type=”post” posts_per_page=”20″ category__not_in=”1″ pause=”true” button_label=”Más historias” button_loading_label=”Cargando…”]

Etiquetas: magia y sobrenatural, monólogo interior, terror
Compartir: