El retorno

La verdad es que me dan pena los humanos que tengan que buscarnos. Imagina: la convención de soldados y enfermeras de la Segunda Guerra Mundial desaparece en pleno dentro de un laberinto. En tiempos de coronavirus. Y una pantallita como un cajero automático estropeado que nadie recordará haber puesto nunca ahí.

Unos cuantos preguntarán en internet que quién permitió la reunión, asumiendo que nosotros pedimos permiso. Además manteníamos la distancia de seguridad y somos inmunes al virus.

Pum, toco el cristal y a otra misión que me voy. Que nos vamos. Anda, esa enfermera se acaba de convertir en rata.

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