—Bien, pues aquí estamos.
—Sí, aquí estamos.
—¿No tienes nada que decirme?
—No.
—¿Seguro? —pregunta ella con impaciencia y malestar en la voz.
—puede que tuvieras razón —murmura él por debajo del ruido de las olas.
—Decirlo en alto no te va a hacer daño, cariño, venga tú puedes.
—Tenías razón.
—¿Con qué exactamente? —dice ella intentando no reírse.
—No vas a parar hasta que lo diga ¿no?
—Ya sabes que no.
— Cariño, tenías toda la razón, no volveré a decir que el país está al borde del desastre cuando es obvio que el país está al borde del mar.
[ajax_load_more post_type=”post” posts_per_page=”20″ category__not_in=”1″ pause=”true” button_label=”Más historias” button_loading_label=”Cargando…”]
Etiquetas: diálogo, familia, humor