Para que hubiera el doble de alumnado en clase la profesora llevó un gran espejo y lo puso en la pared lateral del aula. Las clases, de pronto, se llenaron de miradas, sonrisas y bullicio, se notaba que los del otro lado tenían ganas de aprender y, también, de pasarlo bien. Por eso le pedimos a la profesora, una semana después, que llevara otro espejo al recreo para que ellos también pudieran disfrutar del patio, del juego y de las risas. No encontró un gran espejo, así que tuvieron que salir al recreo por turnos. También eso fue muy divertido.
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