Una historia uterina

Durante su estancia en el útero, Yago Mora había oído rumores extraordinarios acerca del exterior, la mayoría de ellos procedentes, cómo no, de las Trompas de Falopio, y más concretamente de los ovarios, esa pareja de parlanchines histéricos y sentimentales. A esos les oyó decir que su padre se inventaba las cosas y que luego las contaba, o las escribía, o las insinuaba. Y que el cuello uterino era el túnel que le conduciría a la salida, un lugar luminoso, con árboles pero exento de líquido amniótico. Por eso, Yago Mora, se puso una rebeca y pantalón largo para nacer.

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