—Juan, si estás entre nosotros, mueve el péndulo en círculos.
—¡Está aquí!
—Juan, estoy con un señor del banco. Cuando te fuiste, en 1998, dejaste un descubierto de 80 euros. Con intereses la deuda pasa de mil. Nadie quiere meterte en una lista de morosos, pero…
—¡Está quieto!
—Hace ver que ha saltado el contestador. Juan, que te embargan. Te pueden quitar el nicho. Y a ver dónde duermes.
—¿Qué dice?
—Que se aparecerá a su nieta para que vaya al banco. Y que vergüenza debería darles. Insultos… Maldiciones…
—Bueno, deje el pendulito. Gracias, Juan.
—Dice que…
—No quiero saberlo.
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